Bombílidos parasitoides y control de plagas

Las «hermosas» moscas bombílidas son notables por sus altas capacidades de vuelo, pero también por sus prolongadas probóscides con las que liban el néctar de las flores. Lo que es menos conocido es que los bombílidos también son parasitoides. Normalmente las larvas de las moscas bombílidas se alimentan de las larvas de saltamontes o de abejas solitarias. Las moscas hembras, después de la fecundación, buscan las puestas bajo tierra de los saltamontes, mayoritariamente, y depositan sobre ellas sus propios huevos. Las larvas se alimentan de las otras larvas mientras crecen. ¿Terrible no?. Es fascinante pensar que cuando vamos al campo parece todo armonioso, tranquilo y hermoso, pero la naturaleza esconde secretos, muchos. Están ahí, a la espera de descubrirlos y de contemplarlos. Así que reto a quien quiera aceptarlo a encontrar el momento exacto de la puesta de estas moscas.

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Los bombílidos son moscas peludas que controlan muy bien el vuelo, y que con sus largas trompas pueden adentrarse hasta el fondo de las flores para llegar al néctar.

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En el blog Macroinstantes , encontré las primeras referencias sobre el pseudoparasitismo  en estas familias de moscas https://macroinstantes.blogspot.com.es/2007/06/cytherea-obscura.html

En http://www.entomologica.es/cont/publis/boletines/1110.pdf    encontré las referencias sobre la incidencia del pseudoparasitismo en las puestas de langosta, rondando el 70 %, lo que las convierte a estas moscas en eficientes controladores de plagas. También encontré que el escarabajo Mylabris, un  conocido de este blog, también depreda en estado larvario sobre las puestas de langosta y otros saltamontes. También me sorprendió que son muchas las especies de bombílidos pseudoparasitoides, y que son muchas las víctimas, incluyendo los saltamontes, escarabajos o las abejas solitarias.

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Las vícitimas habituales de las moscas bombílidas. Arriba un saltamontes, abajo, dos abejas solitarias.

Sin embargo, aún me queda una pregunta muy importante: ¿cómo localizan las moscas las puestas de los saltamontes si estas puestas están enterradas? ¿Y cómo pueden llevar sus huevos a las puestas de sus víctimas si las moscas no tienen un oviscapto?.

¿Cuál es el tamaño mínimo de una ameba?

Más o menos, todo el mundo sabe que las amebas cambian de forma. Son organismos unicelulares que viven en el agua. Pueden adoptar muchísimas formas y las hay de muchas clases. Lo más normal es que adquieran forma de estrella cuando quieren dejarse arrastra por la corriente, y adoptan otra más «reptante» para arrastrarse por el sustrato.

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Ameba proteus

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Ameba estrellada. Las amebas adoptan forma de estrella cuando se dejan arrastrar por la corriente.

Sin embargo, lo que me tiene un poco intrigado es el tamaño mínimo que tiene que tener una ameba. En el vídeo siguiente se pueden apreciar tres secuencias seguidas: cada una de una ameba de distinto tamaño. Utilizo de referencia una diatomea ovalada, así que no pierdan de vista esa diatomea, porque nos servirá de escala.

 

Va de larvas (II): culícidos.

En el anterior ensayo decíamos que las moscas y mosquitos forman uno de los grupos más destacados de los insectos, no sólo por sus molesitas, sino también por su abundancia y diversidad. Ahora nos centramos en los culícidos, el grupo de mosquitos por antonomasia. Sí, los mosquitos que pican.

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Los culícidos son los mosquitos que pican, si bien sólo pican las hembras, pues son las que se alimentan de sangre (los machos se alimentan de néctar).

Las larvas de los culícidos también son fácilmente distinguibles por sus desproporcionadas cabezas. Sin embargo, al contrario que los quironómidos, los culícidos no tienen lóbulos alargados en los últimos segmentos. Poseen dos pequeños pseudópos con espinas largas (para flotar), y un lóbulo alargado que actúa como sifón respiratorio.

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Las larvas de mosquitos culícidos tienen grandes cabezas. Carecen de lóbulos alargados múltiples, y poseen dos pseudópodos pequeños con largas espinas, para aumentar su flotabilidad.

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Las larvas de mosquitos culícidos suelen flotar justo por debajo de la superficie. Con unos sifones tubulares que asoman a la superficie realizan el intercambio de gases. Las espinas largas de su cuerpo les ayudan a equilibrarse y flotar.

Las larvas de los culícidos son filtradoras, y se alimentan del plancton del agua.

Un problema de narices.

Ya vimos que algunos saurópodos 🦕 tenían una extraña «cresta» formada por el hueso nasal. Estamos hablando de saurópodos como Giraffatitan, Brachiosaurus, Europasaurus o Camarasaurus.

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Brachiosarus y saurópodos similares tenían una cresta desarrollada a partir del hueso nasal.

¿Por qué ese desarrollo del hueso nasal?. Bueno, no sólo está el hueso de la cresta. El hueso de la mandíbula superior presenta una marcada huella. A falta de pruebas entramos en el campo de la especulación.

Una posibilidad tal vez sería el desarrollo de una estructura comunicativa. Podría ser que un órgano similar al «melón» de delfines y cachalotes les sirviera a estos grandes saurópodos para comunicarse entre sí, sirviéndose del «melón» como una «lente del sonido».

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¿Tenían un órgano nasal parecido al «melón» de los delfines?

Esta fantasía tiene poco respaldo por una razón: tal vez el cerebro de estos animales no dé para tanto. Un sofisticado órgano para la comunicación implicaría un comportamiento social complejo, lo cual debería reflejarse en el cerebro. No es casualidad que los animales sociales suelen tener lóbulos cerebrales desarrollados. ¿Cómo es el cerebro de un saurópodo? Pues resulta que no parece gran cosa. Apenas supone un engrosamiento poco mayor que la propia médula espinal. Si lo comparamos con los lóbulos cerebrales de un cocodrilo ( que no es especialmente sociable), el reptil gana al saurópodo por goleada. Y en el caso de los pájaros ocurre más de lo mismo. Cualquier pájaro muestra unos lóbulos cerebrales notablemente más desarrollados que cualquier saurópodo.

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Bocetos de cerebros para poder comparar con lo que se sabe hasta ahora del cerebro de los saurópodos.

¿Significa esto que Brachiosaurus era tonto? Bueno, no necesariamente. Los animales sociales son más inteligentes que los no sociales pero los no sociales no son torpes. Hasta una tortuga memoriza las fuentes de alimento, e incluso pueden contar pequeñas cantidades o reconocer patrones de conducta.

Cabe, por tanto, hacerse la siguiente pregunta: ¿Se necesita un cerebro desarrollado para ser un animal social?. Ahí lo dejo para el futuro.

La otra posibilidad podría ser una estructura fisiológica, un órgano que realizara una función corporal como el calentamiento, limpieza y humidificación del aire que se inhala. En eso también se puede incluir una función olfativa. Aunque parece inocente, la fantasía de que Brachiosaurus tuviera cornetes nasales conlleva unas serias implicaciones.

Si fuera una estructura olfativa, los lóbulos olfativos cerebrales serían notables (algo que sí ocurre en el Tyrannosaurus) pero en los saurópodos no parece haber unos grandes lóbulos olfatorios.

Y si fueran cornetes nasales estaríamos apuntando a que los saurópodos como Brachiosaurus eran de sangre caliente (ufff, menudo berenjenal).

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¿Tenían cornetes nasales? Si los tuvieran, los saurópodos tal vez fuesen de sangre caliente.

Y si fuesen cornetes nasales también cabría preguntarse por qué Apatosaurus, Diplodocus y compañía no los tenían (¿o sí los tenían?)

Es posible que después, con el paso evolutivo y la selección sexual se la añadiera a la nariz bulbosa una función meramente sexual (como indicativo del estado de salud).

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¿Con cuál te quedas?: ¿Cornetes nasales o melón «ultrasónico»?.

La afanada hormiga 🐜

La afanada hormiga que intenta recolectar alimento pero es más difícil arrancarlo de lo que esperaba. Mientras tanto, los granos de polen se le pegan al cuerpo. Cuando visite otras flores la hormiga habrá cumplido con su papel polinizador.

Si el lector tiene a bien fijarse en la postura de la hormiga, podrá ver que ésta a veces usa su propia cabeza como palanca, aunque de nada le sirve, salvo para untarse más de granos de polen.

Una forma dura de morir

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La larva de Scymmus ha atrapado a un desdichado pulgón por una pata. Con una aguja hipodérmica le inyecta jugos digestivos dentro de su cuerpo, para después absorber los tejidos disueltos del pobre pulgón. Fíjense cómo los pigmentos del ojo del pulgón son absorbidos y recorren toda la trayectoria por la pata hasta la boca de la larva de la mariquita 🐞.

El sírfido: la mosca que quería ser abeja.

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El sírfido es una peculiar mosca cuyo aspecto, en realidad, es más bien el de una abeja. Ello es por la convergencia evolutiva que implica especializarse en la alimentación del néctar de las flores. Estas moscas, al igual que las abejas, tienen el cuerpo cubierto por una espesa pilosidad. Este vello les permite limpiarse el cuerpo de los granos de polen más fácilmente. Las abejas tienen, además, unos pelos especializados en las patas donde reúnen los granos de polen recolectados ( para llevarlos después a la colmena).

Lo más curioso , en lo que poco se ha reparado, es que estas moscas sírfidas se supone que se alimentan de néctar. Pero en el vídeo se puede apreciar que la mosca simplemente pasea su “lengua” entre las florecillas del capítulo amarillo. ¿Dónde está ese néctar? Las plantas compuestas no tienen nectarios por los que secretar néctar. Y puesto que las moscas no tienen mandíbulas sino que la boca tiene forma de “trompa”, éstas no pueden alimentarse de polen porque no pueden ni ingerirlos ni masticarlos. ¿De qué se alimentan entonces?🤔

Los maravillosos cardos

Érase una vez un hermoso cardo, de la talla de una persona humana, que crecía y crecía sin parar, ansioso por desarrollar sus grandes capítulos de flores, antes de que llegase el verano. 

Sus flores, apretadas en grandes capítulos, eran de un color púrpura, y eran el banquete de muchos insectos, pues les ofrecía a todos ellos granos de polen y néctar para recompensarle a por su visita. 

Sus hojas grandes eran como de palmera, y estaban cubiertas de un fino vello blanco. «¿Por qué tener esa lana blanca en las hojas?»le decían. A lo que él respondía:»mis estomas necesitan que el aire sobre la hoja esté lo más saturado de agua posible, y los vellos impiden que el viento me arrebate el aire de la capa límite. Además, este sol de justicia me recalienta mucho las hojas y me irrita las células, así que me cubro de esta lana blanca para evitar que me achicharre y que me seque». 

Gracias a esa lana y la gran cantidad de estomas en sus hojas, estas plantas pueden crecer enormemente, pues al tener más estomas pueden realizar más fotosíntesis y más rápidamente. Deben tener cuidado porque para crecer tan rápidamente deben disponer de agua, porque pierden mucha al abrirse los estomas. Para reducir la pérdida de agua por los estomas, cubren las hojas de vellos, los cuales atrapan la fina capa de aire con la que se hace el intercambio de gases. 

Chironomus riparius: el bioindicador de las malas noticias.

Éste es el corazón de la larva del mosquito Chironomus riparius. Esta larva vermiforme, tiene la facultad de llenar la sangre de su cuerpo (hemolinfa se llama en los insectos) con hemoglobina. La hemoglobina es una proteína con átomos de hierro en su interior. Esta proteína se encarga de absorber el oxígeno y de llevarlo hasta las otras células del cuerpo.

La larva de este mosquito, gracias a las grandes cantidades de hemoglobina de su hemolinfa, es capaz de vivir en aguas pobres en oxígeno. Las aguas de un lago o una laguna se quedan sin oxígeno cuando tienen una gran cantidad de nutrientes disueltos o una gran cantidad de materia orgánica en suspensión. Se dice entonces que el agua está eutrofizada. A partir de este momento las bacterias dominan el agua. Su metabolismo porducirá una serie de sustancias químicas residuales que le darán al agua una gran diversidad de malos olores, al mismo tiempo que van consumiendo el oxígeno. Esto no es bueno, porque la ausencia de oxígeno en el agua impide el desarrollo de otras especies acuáticas, desde otros insectos como libélulas y efímeras, hasta peces o anfibios. Por tanto, si aparece la larva de Chironomus riparius en tu muestreo, probablemente el agua esté eutrofizada o sea pobre en oígeno. Esta característica nos permite utilizar a la larva de Chironomus riparius como bioindicador. Siempre será una mala noticia para la biodiversidad encontrase con esta larva. 

Además, para aumentar la superficie de absorción de oxígeno, la larva desarrolla una serie de tubos llenos de hemolinfa roja. Los utiliza a modo de branquias, para absorber la mayor cantidad de oxígeno posible.

En definitiva, la presencia de esta larva nos indica que las aguas están contaminadas y eutrofizada, y no contendrán oxígeno bsuficiente para que se desarrolle una gran y diversa comunidad biótica. La larva no tiene la culpa, simplemente intenta sobrevivir. La culpa es nuestra al contaminar las aguas de lagunas, embalses y ríos con enormes cantidades de fertilizantes y estiércol animal y humano. 

El origen del sexo.

Sin duda, las primeras células que aparecieron sobre la faz de la Tierra fueron células procariotas, es decir, sin núcleo. Su genoma era un conjunto básico de genes que flotaban en su citoplasma en forma de una cadena cerrada, llamada “cromosoma circular”. En el desarrollo de la reproducción, esas células tendrían que copiar su genoma para pasar la copia a la célula filial. En ese proceso, repetido miles de millones de veces, algunas copias de genes pudieron quedar fuera del cromosoma circular. Esas copias, denominadas plásmidos, fueron transmitidas no ya de una célula parental a una filial, sino también entre células adultas, o incluso entre células de distintas “especies”. Ese proceso de intercambio de plásmidos (conjugación), podría ser la forma más rudimentaria de sexualidad. Es posible que algunas células tuvieran más tendencia que otras a recibir plásmidos, aumentando su colección de plásmidos. Esas células procariotas desarrollaron estructuras membranosas internas (mesosomas) para resguardar tanto su cromosoma circular como su colección de plásmidos. El mesosoma es una estructura que se aprecia en ciertas bacterias gram negativas, y también en las mitocondrias y cloroplastos, los cuales poseen membranas internas especializadas en procesos metabólicos. Y el mesosoma origina el núcleo.

  
Una gran acumulación de plásmidos llevaría a un gran aumento del genoma. Esas células, con esa enorme cantidad de genes, pudieron realizar múltiples funciones fisiológicas, y tener una mejor capacidad de adaptación. A partir de aquí existe una gran presión selectiva. ¿Por qué?. Porque las células con copias defectuosas de genes no sobrevivirían. Existen entonces varias opciones para solucionar el problema, aunque todas llevan al mismo destino:tener varias copias «sanas» de los genes. Si tienes dos copias de un libro muy valiso puedes dormir tranquilo porque si una copia se te estropea, tienes la otra para suplirla.

Una de las opciones es duplicar tu genoma varias veces. La otra opción es fusionarte con otra célula. Aunque la primera podría ser la más sencilla y lógica, conlleva un gran problema: no puedes distinguir entre las copias buenas y las copias que se te pueden copiar mal. Puedes acabar teniendo una copia buena y otra mala. Sobrevives, sí, pero cargas con información inútil; y si se te estropea la copia buena estás muerto. 

  
 La otra estrategia es mejor. Si te fusionas con una célula puedes estar seguro que esa célula lleva copias buenas, puesto que está viva (mientras esté viva tendrá copias «sanas»). Es la estrategia de la conjugación, pero llevada al extremo. Las dos células fusionan sus genomas, teniendo seguro que son dos copias sanas de los mismos genes. El fruto es una célula diploide, con dos copias de cada gen. 

Para repetir el proceso con éxito, la célula se dividirá en células hijas haploides, pero no les dará dos copias a cada hija, sino una sola copia.

 Si la hija conserva copias sanas vivirá, pero si  recibe alguna copia defectuosa morirá porque no tendrá otra copia buena para sustituir a la defectuosa. 

El lector observará que el proceso repetitivo da, automáticamente un ciclo de vida haplonte, y la sexualidad. Las células haploides que se fusionan son los futuros gametos,mientras que la célula diploide será la que origine un cuerpo pluricelular. 

  
La pluricelularidad la puede originar tanto una célula haploide, como una diploide. Pero, en cualquier caso, la pluricelularidad es consecuencia de una división sucesiva pero sin separación. Las células permanecen juntas y se reproducen estando juntas. La formación de un cuerpo conlleva que unas células están sometidas a circunstancias distintas (células externas y células internas, por ejemplo). La consecuencia es que unas expresan unos genes y otras expresan otros genes, según los estímulos, de modo que se especializan y se diferencian. 

A modo de conclusión podría decirse que la pluricelularidad tiene su origen en el sexo, y el sexo, a su vez, tiene su origen en la necesidad de tener múltiples copias de los genes.